jueves, 5 de mayo de 2011

La mirada

Cuando Federico levantó la mirada de su libro no pensó que se encontraría con ese par de ojos inquisitivos, unos ojos oscuros, muy oscuros, casi inmóviles, unicamente se movían para juntar sus pestañas, largas y rubias.
Sus dedos, entrelazados, dejaron su labor y se deslizaron suavemente hasta rozar los de Federico, que estaban fríos. Él no podiaa apartar la vista de aquellos ojos que, de repente, se movieron y se dirijienron hasta su oído, donde unos labios le susurraron palabras hermosas, palabras que llegaron al corazón de Federico, y así en su rostro se dibujó una sonrisa, que fue borrada por un beso, un beso también hermoso.

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